Última semana de noviembre 06. De nuevo en la Costa de la Luz...

Pensaba en todo esto el otro día, cuando el cielo naranja ardía en el horizonte sobre el mar ondulado de grandes olas verdes, con series que al levantarse se veían traslúcidas y tapaban el resplandor que cegaba los ojos, pudiendo relajar la vista… Pensaba que este es uno de los pocos sitios que he conocido donde no he echado de menos otro sitio… Donde he sentido “aquí me quedo”.. ¿Qué tiene este lugar? No me siento un extraño forastero en el agua, se me contagia la alegría de la gente, disfruto viéndolos surfear con estilo, intento aprender cada día un poco más, y retener en mi cabeza para siempre todo lo que veo, lo que oigo, lo que toco, lo que huelo… Volver de nuevo a recorrer las carreteras de la costa entre el campo verde, viendo las ondas caer a lo lejos, adentrarme en playas enormes y vírgenes, con las pisadas de algún caballo que corría por la orilla como únicas huellas, volver de nuevo a flotar sólo en medio de labios líquidos que se desploman pesados, transparentes, enrollándose sobre sí mismos y avanzando poderosamente, escupiendo sifonazos como una criatura marina gigante que está viva.. Estoy en la Costa de la Luz, y me siento libre, y me siento vivo, y vuelvo a escuchar esta música que me recuerda a estas mismas sensaciones, y tengo una sonrisa de oreja a oreja todo el día y un cosquilleo en el estómago, y cada día, al volver a casa, esa sensación en los pulmones de cansancio al respirar profundamente, y quiero que me dure para siempre…

(Música PLAY)