Baño ventoso aunque divertido en La Manga.. Seguramente el último del año...
En una tarde de diciembre...

Aquí, donde el sol se baña al final de cada día, las olas se desploman desnudas, dejando ver su esqueleto líquido, verde intenso, verde fluorescente, verde esmeralda, verde transparente, no sé qué verde es, solo sé que este verde no puede encontrarse en ninguna caja de lápices de colores, y que yo no lo he encontrado hasta ahora en ningún otro lugar...

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Bañazo tempranero en una no tan fría mañana de diciembre


Principios de diciembre 07

Algunas fotillos de estos días de regreso a los mares del sur..

Vivir en una ciudad.


Creo que es invierno. Pero no estoy muy seguro. Hace frío, la gente camina con abrigos, las calles parecen más grises de lo habitual. Pero no puedo aportar más pruebas. Levanto la mirada al cielo, por encima de los edificios, y veo las nubes, relucientes, con bonitas formas. Pero yo no sé nada de nubes. Creo que esa gaviota sabe más que yo; al menos en esta ciudad hay gaviotas, en otras ni eso. Puede vernos desde allá arriba, muñequitos con sus abrigos moviéndose de un lado para otro dentro del laberinto de cubículos, como un comecocos. Dentro de esta ciudad. No sé de dónde vienen esas nubes ni adónde van. Pero ella vive fuera, en el mundo de allá fuera. Donde existen árboles que crecen en montañas, no plantados en filas, como los de aquí. Arboles sin hojas, porque es invierno. Eso la gaviota lo sabe. Se va a su casa, en los acantilados, solo ha venido aquí a comerse algún bocadillo del recreo. No le gusta esto, por eso ya se va. Donde ella vive, puede sentir que es invierno. La humedad del mar le cala hasta los huesos, las gotas de olas rotas que trae el temporal. Porque es invierno. Se va a la playa, no quiere perderse el mar rugiendo contra el viento, las espumas reventando contra los arribazones de posidonia en la orilla, auténticas montañas blandas de hojas marrones, que llenan de vida y colorean la costa, a la vez que la protegen. Cuando era pequeño me encantaba saltar entre aquellos montones, podía sentir el invierno. Y bañarme en el agua helada. Ver el sol ponerse más al sur en el atardecer, y una bandada de grullas que parecen seguirle, buscando el calor tropical. La arena de las playas sin huellas, las dunas moviéndose solitarias, los lagartos hibernando en sus refugios. La nieve en las montañas, la escarcha en los caminos... Todo esto ocurre ahí fuera, ahora, en invierno, pero somos totalmente ajenos a ello en esta ciudad...
Se avecina un temporal. Pronto llegará la tormenta. Y me voy a verla llegar de cerca..

(Música PLAY)
Atardecer de invierno en el Mar Menor
Esa tarde el viento dormía flotando inmóvil sobre el agua, que parecía un espejo donde se miraban los allí presentes: el sol, las barcas y las casas; las garzas, las gaviotas y los flamencos; tú y yo...