Febrero, marzo 2011
Caminando por Brasil..


Este es el Brasil que yo he vivido estas semanas, acompañado de una banda sonora que evolucionaba dentro de mis orejas, alejado de los clichés que quizás me esperaba, una tierra sumergida bajo la lluvia (era la temporada), en el que todo el verde del mundo crece, incontenible, como el color de su bandera, saliéndose de sus limites, rellenando cada hueco, escondiendo mil bichos y secretos, fotosintetizando cada hoja en una lucha por el mas mínimo rayo de sol ardiente, queriéndose beber el mar la impresionante mata atlántica, en cuya sombra van depositando, las olas caprichosas, infinitas playas de arena clara... Y entre esas olas, de vez en cuando, asoma la cabeza una tortuga, como un periscopio viviente que te curiosea, y se vuelve a sumergir a tu lado... En una zona lejos de resorts hoteleros de pulsera, no tanto de condominios de playas restringidas, en barrios próximos a favelas, el día a día se vive con un ojo siempre abierto, lo que obliga a los chavales a despertar, amaneciendo temprano como la luz que ya aclaraba las calles casi a las 5 de la mañana.. Además de los recuerdos naturales, situaciones y sentimientos, es sobre todo una colección de personas la que me llevo, cada una con sus cosas, con sus detalles.. Aquí, en realidad, solo quedan rincones naturales entre el cemento... Allí, donde viven mis nuevos amigos, el cemento queda arrinconado por el espíritu del bosque, aunque quiere abrirse camino con prisa a través del follaje, pero seguro que ellos no se lo van a poner fácil...

(Música PLAY)